LO QUE PERÚ ME ENSEÑO
Perú me enseño a tener paciencia, a vivir despacio pero intenso. A darme cuenta de que la primera impresión no siempre es la correcta, ni la buena. Que hay que saber esperar, saber tener paciencia. Me enseño que en el mundo existen lugares mágicos, cargados de espiritualidad, con apasionantes culturas que poco a poco aprendes a descubrir. Y te haces más sabio, y poco a poco te vas enriqueciendo. Porque no hay nada más enriquecedor que viajar. Perú me enseño a sentir. A sentir la felicidad. A sentir que hasta las cosas más pequeñas pueden ser apasionantes. Me enseño a observar. Vivimos rápido, nos acostumbramos a no observar. Salir de tu ciudad despierta tu curiosidad aletargada por la rutina, te ayuda a mirar, a fijarte en las cosas que te rodean. Y despiertas. Y disfrutas cambiando de escenario. Y piensas y sonríes. Y vas aprendiendo. Y vas viviendo. Perú me enseño que las cosas malas no siempre son tan malas, ni las buenas tan buenas, que una necesidad material es un